El abuso a la mujer por parte de una pareja masculina tiene consecuencias sobre la salud física y la salud mental. Las consecuencias físicas incluyen lesiones y múltiples dolencias somáticas menos definidas. En los Estados Unidos, entre 22 y 35% de las mujeres que se presentan en los servicios de emergencia urbanos exhiben síntomas relacionados con el abuso continuo (Council of Scientific Affairs, American Medical Association 1992).

Una encuesta representativa de mujeres de Texas halló que 24% de las mujeres que alguna vez habían sido abusadas solicitaban tratamiento medico debido al abuso (Teske y Parker 1983).

Para muchas mujeres sin embargo los efectos psicológjcos del abuso son mas debilitantes que los efectos físicos. Miedo, ansiedad, fatiga, desordenes de estrés postraumático y desordenes del sueño y la alimentación constituyen reacciones comunes a largo plazo ante la violencia.

Las mujeres abusadas pueden tornarse dependientes y sugestionables y encontrar dificultades para tomar decisiones por sí mismas. La relación con el abusador agrava las consecuencias psicológicas que las mujeres sufren por el abuso. Los vínculos legales, financieros y afectivos que las victimas de la violencia conyugal tienen a menudo con el abusador, acentúan sus sentimientos de vulnerabilidad, perdida, engaño y desesperanza. Las mujeres abusadas frecuentemente se aíslan y se recluyen tratando de esconder la evidencia del abuso.

La relación entre el maltrato y la disfunción psicológica tiene importantes implicaciones con respecto a la mortalidad femenina, debido al aumento de suicidios por esta causa. Luego de revisar la evidencias de los Estados Unidas, Stark y Flitcraft llegaron a la conclusión de que el abuso puede ser el precipitante mas importante identificado hasta ahora y relacionado con los intentos de suicidio femeninos (1991).

Una cuarta parte de los intentos de suicidio de parte de mujeres estadounidenses y la mitad de los intentos de parte de mujeres afro norteamericanas- están precedidos por abuso (Stark 1984).